miércoles, 21 de septiembre de 2016

Todos los espejos un muerto - Pamela Terlizzi Prina / Las calles están ardiendo - M Clan

Hay muertos en todos los diarios. Los muertos no respiran, no les pasa aire por ninguna cavidad. Se enfrían. Los muertos se multiplican con las hojas de los diarios, hay uno por hoja, uno por diario, uno por día. Los diarios sangran muertos de a palabras y ventanas rotas. Los diarios se desangran de noticias, se quedan apenas papel, miran los huecos por donde se van las cosas que dicen los muertos de las noticias que dicen los diarios y hoy revientan y yo lloro. Lloro frente al espejo. Soy de las que lloran frente al espejo y se miran los ojos llorando. Todas las mañanas que me miro al espejo sale un diario y alguien muere. ¿Quiénes son los muertos de los diarios? Porque me duelen en los ojos que me miran fijo, sin solución. Me arden los muertos. Me arden aunque no sepa sus nombres. Me queman las oportunidades muertas, las libertades muertas, los animales olvidados, los derechos enflaquecidos, las bocas, las uñas, las rodillas, los pelos erizados de miedo, los muertos de miedo, el miedo, los muertos. Soy de las que lloran frente al espejo después de limpiar la palabra muertos en el vidrio empañado, mirándome la sospecha del rimel mal lavado con jabón blanco. Y también los poros muy abiertos, como las fosas. Por las fosas me entra el principio del llanto. Se me llena la nariz del origen del llanto, me abre los lagrimales que estaban ignorando la convulsión. No debería haber respirado tan hondo, pienso. Quisiera poder dibujar una flor en los bordes todavía empañados, o escribir el nombre de mi hija, o poner no hay muertos, es mentira, no llores. Pero los bordes son muy chicos y ya se me llenan los maxilares de llanto. Soy esa que llora los muertos frente al espejo, matando neuronas en el seso blando sometido a presión. Me duele un país entero adentro de la nariz, se me queda atorado y no hago más que lo que hace el espejo. Me arranco una cana para distraer los muertos que se me trepan. Los de los diarios. Los de cada mañana. Los míos. Es que me la paso arrastrando los muertos de los diarios. Me quedan grandes: no los revivo, no les doy justicia, no les mato la amargura en la lengua, no los abrigo, no les leo, no los pinto con témpera, no les pongo música. Soy tan inútil. A los muertos de los diarios yo los lloro frente al espejo. Hoy salgo en el diario, me dicen.
Pamela Terlizzi Prina

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